viernes, 2 de noviembre de 2012

Desconocido.

La vida son esos segundos que transcurren entre calada y calada a ritmo de colilla mientras acompañas tu mirada esmeralda susurrándome: acércate.
Lentamente me dispongo hacia tus brazos, a cada paso miles y miles de bichitos alados se instalan en mis entrañas. La distancia entre los dos de un par de pies se me hace eterno. Rozo tu piel y respiro de tu respiración que cada vez se vuelve más entrecortada. Desafiamos las leyes de la química fundiendo nuestros cuerpos desnudos bajo un manto oscuro lleno de pequeñas y lejanas piedras preciosas esparcidas al azar, las cuales poco a poco van desapareciendo al mismo tiempo que este veneno ardiente de mis venas.
Recojo mi ropa desperdigada por el suelo, me abrocho el sujetador azabache y me pongo la camisa translucida del mismo color. Él ya está vestido. Somos dos víctimas de la pasión, dos desconocidos que se despiden con un adiós.

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