martes, 20 de noviembre de 2012

Simplemente un día más al azar.

Frustación que se agolpa dentro de mi, en un mísero chasquir de dedos, una situación que eligió este día al azar irrumpe en mi rutina destrozando a su paso toda la estabilidad.
Bendito equilibrio, el cual al igual que la fama, hasta con el más ligero aleteo de mariposa en la distancia es devastado por un feroz tsunami.
Tsunami que en mis ojos se evidencia en estrechos riachuelos los cuales mas abajo se abren paso por mis ahora rojizas mejillas.
Poco a poco mi respiración recobra su rítmo perdido y mis pulsaciones su tranquilidad habitual a pesar de que su generador ha salido herido de combate. Todo vuelve a la normalidad, todo a excepción de mi hogar, dulce hogar, si es que alguien aún se atreve a seguir llamándolo así.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Desconocido.

La vida son esos segundos que transcurren entre calada y calada a ritmo de colilla mientras acompañas tu mirada esmeralda susurrándome: acércate.
Lentamente me dispongo hacia tus brazos, a cada paso miles y miles de bichitos alados se instalan en mis entrañas. La distancia entre los dos de un par de pies se me hace eterno. Rozo tu piel y respiro de tu respiración que cada vez se vuelve más entrecortada. Desafiamos las leyes de la química fundiendo nuestros cuerpos desnudos bajo un manto oscuro lleno de pequeñas y lejanas piedras preciosas esparcidas al azar, las cuales poco a poco van desapareciendo al mismo tiempo que este veneno ardiente de mis venas.
Recojo mi ropa desperdigada por el suelo, me abrocho el sujetador azabache y me pongo la camisa translucida del mismo color. Él ya está vestido. Somos dos víctimas de la pasión, dos desconocidos que se despiden con un adiós.